quinta-feira, 20 de dezembro de 2012

El fin del mundo se paseó por una pequeña ciudad de Estados Unidos


La masacre en el colegio de Newton, el pasado viernes ha reabierto el debate sobre la seguridad en las escuelas de EEUU, con opiniones encontradas que van desde quienes abogan por mayor atención psicológica en las aulas a quienes defienden que los profesores deberían ir armados. En algunos colegios de Texas, reivindican el derecho de los profesores a ir armados.Lejos de esta tesis la mayor parte de la comunidad educativa y de los expertos piden reforzar las barreras físicas como detectores de metales y armas, y más atención psicológica a los alumnos como medida para prevenir comportamientos criminales de los jóvenes”.
Lo cierto es que cuesta hablar de esta tragedia, sobre todo porque  tanta publicidad puede dar ideas a potenciales asesinos para cometer hechos similares, por tanto hay que evitar lo máximo posible la acción de los imitadores. Sin embargo, creo que es tiempo de hacer una reflexión acerca del por qué, cómo prevenir futuras acciones similares y cómo tratar a las víctimas y supervivientes.
El porqué del crimen se lo ha llevado con él, el asesino y es cierto que cuesta dificultad encontrar respuesta a qué lleva a un joven de 20 años a asesinar a niños pequeños, de esa forma tan despiadada, que ha conmocionado al mundo por su crueldad. Si tenía o no problemas mentales, en estos momentos ya no es importante, lo que sí es relevante ver cómo ha fallado la sociedad, su familia y su entorno ¿Por qué digo esto? Porque durante su infancia ¿nadie notó que algo no iba bien con este chico? Su entorno más cercano, a mi parecer debiera haber sido lo suficientemente responsable como para pedir ayuda, si es que el comportamiento de este joven tal y como dice su hermano, su canguro y algunas otras personas, era el de un chico solitario, introvertido y que había tenido problemas en el colegio. Sin embargo, en lugar de apreciar los posibles problemas que pudiera tener, para ayudar a solucionarlos, su progenitora compra armas y practica tiro, precisamente con este hijo. No me gustaría hacer recaer en esta mujer ( también asesinada) la culpa, pero entiendo que fue una gran irresponsabilidad de su parte fomentar estas actividades y  que además al final, la llevó a ser la primera  víctima del hijo, al que por querer protegerlo de una forma mal entendida, quizá queriendo ayudarlo , puso la guinda a sus instintos asesinos. Por supuesto, que aunque la madre no hubiera tenido armas en casa, las podría haber conseguido de otra forma fácilmente y también es verdad, que para mí mentalidad europea, el hecho de tener armas de fuego en casa, es ya un peligro potencial, máxime si hay niños (no en vano dicen que “las armas las carga el diablo”), pero para la sociedad americana, esto realmente es algo normal, de hecho acabo de leer que 9 de cada 10 personas en los EEUU tienen armas en casa.
Partiendo de esto, es hora de hacer un examen de conciencia, quizá es tiempo  de que se hagan más controles para obtener permiso de armas y así evitar tentaciones de los proclives al delito. No es normal, que frente a la masacre, en algunos colegios de Texas, pretendan que los profesores vayan armados al colegio. Parece surrealista intentar atajar la crueldad, los asesinatos y lo que genera el uso de las armas con más armas. ¿Entonces deberían entrenar a los profesores en el manejo de las armas? ¿Cómo podrían trasladar a sus alumnos valores de paz, empatía, dialogo y comunicación, si estos ven que van armados? ¿De verdad, creen que los niños estarían así más protegidos? y ¿qué ocurriría si un profesor estresado con algún problema mental transitorio le da un arranque de locura y se pone a disparar a sus alumnos? Volveríamos otra vez a lo mismo y es que el tener un arma es una gran responsabilidad y un peligro real y potencial, es cierto que puede ser necesario o conveniente en determinados casos, pero allí donde haya niños y adolescentes puede suponer un arma de doble filo, simplemente por el mero hecho de la curiosidad, el niño puede cometer una imprudencia y la pistola dispararse. Primero serían los profesores armados, y luego alguien más armado que vigilara a estos profesores y así sucesivamente…esto parece una locura.
El qué lleva a un chico de 20 años a matar a su madre y luego disparar contra niños de tan corta edad, probablemente nunca se esclarezca pero si debe servirnos de punto de inflexión para analizar el porqué de forma genérica y así evitar similares hechos en el futuro. Por eso digo que toda la sociedad es en parte culpable porque o bien  guiados por la indiferencia (“a mí no me va a pasar”), o por el “mal entendido” amor a nuestros familiares (que puede llevarnos a sobreprotegerlos en exceso), o quizá la falta de valores restaurativos como la empatía y el dialogo, nos hace ser fríos en nuestra vida cotidiana. Todos tenemos un poco de culpa en la muerte de estos niños y las heroínas que murieron por salvarlos. Este porqué sin resolverse al cien por cien, me lleva a algo en lo que la Justicia Restaurativa pueda ayudar y es cómo prevenir  estos sucesos, que ya se han repetido excesivamente y no sólo en países donde portar armas es algo normal y común, sino también en otros como Noruega, un país apacible, no acostumbrado  a estos tiroteos. ¿Cómo prevenir estos hechos? Una muy buena pregunta, un tanto complicada de explicar pero fácil de poner en práctica. Como dice mi buena amiga, Lisa Rea somos muchos los que entendemos la Justicia Restaurativa, no solo como encuentros víctima-infractor cara a cara o indirectos, sino como un movimiento global de reforma del sistema de justicia penal. Para mí, más que algo nuevo es recuperar nuestros orígenes.
Me estoy refiriendo a valores que nunca debemos perder, como el preocuparnos por la gente que nos rodea,  comunicarnos y dialogar como medio para liberar nuestros temores, ira, miedos y resentimientos y sobre todo  ponernos en los zapatos de los demás, antes de juzgarlos (como decía el protagonista de la película “Matar a un ruiseñor”, uno nunca conoce suficientemente a un hombre, hasta que te pones sus zapatos y caminas un rato con ellos).
La Justicia Restaurativa, básicamente ayuda a las víctimas a recuperarse del delito sufrido y a los infractores a concienciarse de su deber de reparar o al menos compensar el daño causado. Pero también los valores de la Justicia Restaurativa pueden ayudar a educar e inculcar estos principios en nuestros niños y jóvenes cuya personalidad se está formando y es importante guiarlos para que sean humanos y muestren empatía. También es bueno cómo dice la noticia detectar a tiempo comportamientos sospechosos o extravagantes de los jóvenes y así evitar que lo que empieza siendo un niño “raro”, acabe convirtiéndose en una asesino (para mi es importante valorar según dicen los expertos como Nuria Querol, el maltrato a animales como un síntoma de esta falta de empatía y por consiguiente una alarma que se debería detectar y abordar para prevenir futuras conductas delictivas hacia seres vivos humanos)
En estas conductas anómalas que a menudo, pasan desapercibidas, es donde está el origen de muchos de estos asesinos. Un chico que dispara varias veces sobre niños de tan solo seis años es porque no es capaz de ponerse nisiquiera un instante, en el lugar de ningún ser vivo humano o no. Está claro que carecía de la empatía mínima suficiente como para no querer dañar a personas inocentes. Su forma de canalizar los posibles resentimientos o la rabia, no fue a través del dialogo sino matando, precisamente porque estaba acostumbrado a disparar y porque para este chico las vidas humanas no valían nada. Un ejemplo de todo lo contrario es el padre de una de las niñas asesinadas, este hombre expresó su sentimiento de comprensión hacia los familiares del asesino, un acto que demuestra que este hombre, en cambio sí posee la empatía suficiente como para ponerse en el lugar de los demás.
Reitero que es necesario educar a los niños y jóvenes en el respeto a la vida de todo ser vivo, también en el respeto a los que “teóricamente” pueden parecer diferentes a ellos, además de enseñarlos a no poner “etiquetas” a los compañeros ni hacerlos el centro de burlas pues esto es algo que les puede marcar de por vida, especialmente si se hace con personas más vulnerables, a dialogar antes que pegarse… en fin, debemos mostrarles que son seres humanos racionales, esto a buen seguro evitará muchos futuros asesinos ( no todos, pero muchos sí). Y esta es una labor no solo de profesores, sino también de padres, familiares y allegados, así como otras autoridades o personas encargadas de su tutela.
La última pregunta que me hacía es ¿cómo ayudar a los familiares y supervivientes? Una tarea complicada por la magnitud del delito y las edades de las víctimas y supervivientes, pero es posible y también la justicia restaurativa tiene mucho que decir.
Los que trabajamos en Justicia Restaurativa, estamos habituados a tratar con víctimas y por eso aunque no haya procesos restaurativo , en sentido estricto, esta justicia puede y debe ponerse al servicio de las víctimas, no serán procesos totalmente restaurativos pero si al menos parcialmente. Así se hizo en Noruega, frente al hecho sin sentido de los asesinatos, la comunidad  se volcó con las víctimas, toda Noruega fue un germen restaurativo. Frente al daño y al terror respondieron con flores, con amor a las víctimas y supervivientes.
Pues así se puede ayudar a las víctimas, en este caso hay varias: están los familiares del asesino, que deben sentirse señalados y quizá con sentimiento de culpabilidad pero que aun así, también seguro que han sufrido con lo que ha hecho su familiar.
Pero esencialmente hay que ayudar a las familias de los fallecidos y a los niños supervivientes que tardaran en poder afrontar lo que vivieron, y también habrá que fortalecer a la comunidad, rota por el sentimiento de impotencia e inseguridad ante los hechos acaecidos en su ciudad. El delito también ha roto las relaciones de estos ciudadanos, la confianza que anteriormente se tenían los unos a los otros y esto hay que recomponerlo.
Es importante que los niños supervivientes se sientan comprendidos, y queridos, y que hablen de lo ocurrido, que cuenten su historia. Solo cuando las víctimas empiezan a hablar, a asumir lo que sucedió, pueden encontrar sentido y significado a lo vivido.  Esto es lo que permite a todos los seres humanos (adultos y niños) continuar con su vida. Es necesario ayudarlos a superar el trauma porque sino esto puede generar más violencia contra ellos mismos o hacia los demás.
Para los padres y familiares de los fallecidos es difícil porque sus hijos o seres queridos no volverán, pero tal y como sucedió en Noruega es importante que sepan que la sociedad entera entiende su dolor y por lo que están pasando. También demuestra reconocimiento y respeto hacia los fallecidos, el hecho de que se les ponga nombre, rostro e historia a cada uno de ellos. Obviamente deben tener un espacio seguro donde contar cómo se sienten, y viven el día a día, para su recuperación creo quenecesitan saber que sus hijos no han muerto para nada, por eso ayudaría que hechos similares no vuelvan a ocurrir o que al menos se están poniendo los medios adecuados para prevenirlos.Lo esencial es no permitir que se aíslen, en su dolor y en el trauma, es necesario procurar lo antes posible su reinserción en la sociedad. Cada víctima es diferente y necesita ser guiada para encontrar su propio camino hacia la recuperación, para alcanzar cierta normalidad en su vida que perdieron por el delito, para unos el camino puede ser su fe y su creencia en Dios, para otros puede ser ayudar a otras personas que pasan por lo mismo, hacerse voluntarios en una ONG.…
En definitiva, lo importante es que puedan recomponer los trocitos de su vida y recuperar cierto control, lógicamente los que perdieron a sus hijos lo tendrán más complicado, pero siempre se puede llegar al final del camino.
  
Criminología y JusticiaPosted: 19 Dec 2012

Nenhum comentário:

Pesquisar este blog